LLORA HAITI
CAPEANDO
Leí en una conocida publicación de tirada nacional que el día en el que se votaba en el Parlamento de Cataluña la propuesta de abolir las corridas de toros, se concentraban fuera del recinto tanto personas a favor de que la
prohibición fuese aprobada como otras que defendían lo contrario. Hasta ahí todo me pareció normal. Lo que me llamó realmente la atención era que ambos grupos de personas se encontraran
estratégicamente dispuestos en los exteriores del palacio, en el conocido parc de la ciutadella. Los protaurinos a la derecha y los antitaurinos, a la izquierda.
Y no al revés.
Dicen quienes se encontraban el día de autos concentrados a la derecha del que fuera antaño palacio real de la ciudad condal, que aquella era una votación con un marcado carácter identitario, secesionista, segregador, que pretendía cercenar los cada vez más desvalidos nexos de unión entre Cataluña y el resto de comunidades autónomas de este país nuestro. Más si cabe después de que pocas semanas antes el tribunal constitucional declarase inconstitucionales varios artículos del estatut tras un recurso presentado ante dicho tribunal por el partido popular. Poco o nada se escuchó de la defensa de la lidia en si o su justificación a mayores. Las pocas voces que sí trataban de hacerlo, ponían el acento en la defensa de la tradición del espectáculo y en la incoherencia de políticas más permisivas con otros festejos en los que también el animal era igualmente (decían) afrentado.
Los que aquel día se encontraban a la izquierda del palacio, en el mismo parc de la ciutadella, eran mayoritariamente grupos de personas cercanas a movimientos en favor de la defensa de los animales. Más que contentos con el resultado de la votación, respondían a los del otro bando con argumentos más que razonables: la muerte de un animal no puede ser espectáculo para disfrute de las masas (más o menos numerosas).
Vosotros sabéis cual es mi opinión acerca de las corridas de
toros.
Yo no comprendo que haya gente que disfrute de un espectáculo tan abominable como ese. No puedo entender que alguien pueda esperar pacientemente delante de las taquillas de cualquier plaza de toros para comprar una entrada con la que saciar ese apetito de violencia al por mayor. No entiendo como alguien puede disfrutar al contemplar los borbotones fluir, el último aliento suspirar, las pupilas clamar piedad, por muy bravo y fiero que el animal sea. No entiendo la sinrazón de disfrutar con la muerte y el castigo. No me entra en la cabeza. No entiendo que se ensalce la crueldad y se vitoree el salvajismo.
No critico a quien se bate en duelo con un animal u otro (no en este momento), critico a quien con esa lucha (¿de igual a igual?) se divierte y regocija.
Polemizaba al hilo de esto Vargas Llosa en un artículo titulado "Torear y otras maldades" y traía a colación el hecho de que las langostas eran cocinadas vivas para conseguir que el sabor de su carne aún fresca fuera más intenso al contacto con el paladar y apostillaba que nadie se entrometía en el acto de libertad que suponía cocinar así tan exquisito manjar.
A mi me da igual que la muerte sea la de un calamar gigante, la del pollo para andreita o la de un osado y bravo miura, lo que yo critico es la recreación en el sufrimiento, en este caso, animal, nada más (ni nada menos).
Una vez muerto, por mi como si se cocina en la termomix.
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Laura (miércoles, 15 septiembre 2010 00:06)
vamos a polemizar.... :)
A favor de las corridas de toros, he de decir que no se hace espectáculo de la muerte de un animal. Es una suerte de arte, en la que un hombre armado con una capa o una muleta trata de domar a una animal, para que éste realice bonitos movimientos. Puedo explicarte, pero supongo que ya lo sabes, que cada tercio tiene su sentido.
El primer tercio, cuando se recibe al toro, se hace con capa para dar espacio al toro, pero de lo que se trata es de enseñarle a seguir el trapo, grosso modo.
En el siguiente tercio, banderillas, se trata de descargar la tensión del animal, como con la pica. He de puntualizar que éste último tercio, con los picadores como protagonistas, en los últimos años está muy desvaído. Casi siempre se pica mal al toro o no se pica, porque ya no se ven toros demasiado bravos en los ruedos y, por mí, podrían prescindir de él.
En el último tercio, llega el arte auténtico. El torero no hace daño al toro, no lo maltrata, sólo le pone la muleta delante. En esos momentos, el toro está más armado que el hombre, puede hacerle daño y, de hecho, lo hacen, ahí están las cornadas.
La muerte, que parece ser lo que más molesta, es bastante más digna que la de otros animales, no creo que hayas visto una matanza de cerdo, por ejemplo, porque es bastante más violenta y también es pública y con fiesta incluida.
Como sé que no te voy a convencer con esto, tiendo la mano y propongo un punto intermedio. Hacer como en Portugal, donde el toro muere fuera del ruedo, como el resto de ganado vacuno. Es decir, cuando termina la corrida, el toro vuelve a los corrales y, luego, se le mata, como al resto de reses, porque las vacas y los toros nacen y crecen para terminar en la olla.
¿Por qué no propusieron eso? No, dijeron: que se acaben, prohibirlo. Han ocultado con el supuesto amor a los animales la lucha política, eso es así. Lo puedes ver más o menos claro, pero es así. Y la prueba de que les interesaba un carajo escuchar lo que había a favor es que cuando les tocó el turno de palabra a los toreros, la mayoría tuvieron que responder a preguntas que les hacían en un idioma que no entendían, el catalán, sin una traducción o con una traducción deficiente. Sólo en ese detalle, la falta de interés en facilitar la comunicación, (como si los parlamentarios catalanes no hablaran la lengua oficial de España), se ve claramente que han cogido lo más típico del país al que no quieren pertenecer (nada más que para recibir dinero del Estado Central) para ir en contra.
Porque dime una cosa. ¿A quién se hace daño físico vendiendo muñecas sevillanas o toros de juguete a los turistas? Porque eso en Barcelona también está ya prohibido.
Ole. Vivan las prohibiciones.
Manu (jueves, 16 septiembre 2010 21:32)
Lauri!!
No estoy demasiado de acuerdo contigo (al final vamos a acabar siendo enemigos íntimos tú y yo, en plan Sabina y Paez jeje). No conocía tan en detalle como estaba montado el tinglao (nunca me ha interesado conocerlo), pero me da igual que el bochorno lo dividan en tercios, mitades o cuartos, para mi sigue siendo un espectáculo gris.
Como nuestras posturas son irreconciliables, es difícil alcanzar el término medio (y menos en un tema como este). Tú ves un arte en lo que yo veo salvajismo (pero no por parte del torero, sino de quien disfruta con esa lucha para mi desigual), y es una diferencia insalvable. No entro en lo que se le hace al toro antes de salir a la plaza ni por supuesto en lo que se le hace a ojos de todos cuando sale al ruedo. Y lo de que es una muerte digna para el animal es cuanto menos discutible. Posiblemente otras muertes sean más aberrantes si cabe, por eso nunca me verás siendo condescendiente con quien celebra una fiesta con la muerte del cochino o quien enfunda un rifle en cualquier coto para pasar el rato.
Que tenga cierto tufillo nacionalista no lo voy a negar, pero forma parte del juego democrático. Para mi fue una consulta ejemplar. Partió del pueblo, se debatió en el parlamento (con intervenciones memorables durante meses) y finalmente se votó (sin ser además el voto secreto) y se aprobó. Chapeau.
A medida que vaya cundiendo el ejemplo, la tesis independentista de la votación se irá difuminando en favor de una tesis que abogue por el raciocinio de las personas.
Ojalá!!
YO (sábado, 18 septiembre 2010 18:41)
Pufffff q largo lo q habeis escrito ...
yo como he vuelto superfeliz de vacaciones voto porque tambien se prohiba comer caracoles que tambien tienen cuernos!!! y encima se les cocina vivos que barbaridad!! y tambien que se prohiba a esos barbaros que se comen las ostras vivas!!! seran canibales !! y que se prohiban los insecticidas y que se prohiba...
que sabeis lo que os digo ?
PROHIBIDO PROHIBIR!!!