HUELGANZA

Imagen Rubén Calvo. Texto Manuel Díaz
Imagen Rubén Calvo. Texto Manuel Díaz

Escribo desde la indignación.

A pesar de este mal pálpito, no seré yo de los que se dejen llevar por la parsimonia y la apatía que inunda este impasible sentimiento mayoritario.

Entiendo que haya quien piense que este toque de atención a nuestros políticos llega, como la inmensa mayoría de las protestas, a destiempo, con el don de la inoportunidad a sus espaldas y hasta promovido por personas con las que quizá muchos no se sientan identificados (poco o incluso nada). Es cierto que muchos hemos echado de menos siquiera algún atisbo de movilización cuando se divisaba ya el vaso rebosar, pero sería injusto afirmar (movidos por tal resentimiento) que este no es momento de gritar, que debemos claudicar, que no existen motivos para parar.

Más que nunca, lo que sobran son motivos.

Porque el capitalismo, atabiado como nunca antes con disfraz de cordero, quiere aprovechar nuestro pesimismo y nuestro poco ánimo para sacar tajada y dinamitar para siempre nuestro futuro. La fórmula nos la han repetido por activa y por pasiva: "Abaratemos el despido y asi fomentaremos el empleo". Con dos cojones, si señor. Me voy a aventurar a decir lo que ocurrirá si llevamos a la práctica tales consignas.

Probablemente nadie esté mintiendo al exponer tal aseveración, pero lo que ningún empresario ha apostillado a esto es que, también probablemente, el número de empleos que se destruyan tras la reforma laboral será superior a los que resulten del ejercicio de la misma. El silogismo es aplastante. Según las previsiones más optimistas, el número de personas que conseguirán un empleo indigno será igual al número de personas que pierdan el empleo digno que con merecimiento habían logrado (esto es, comidos por servidos). Y es que, en opinión de muchos, la ley dinamizará la contratación y el despido en la misma medida. Pero es que lo que viene después es mucho peor. Con lo que se frotan las manos los empresarios es con el hecho de que, una vez el mercado de trabajo se haya estabilizado, la productividad aumentará por el miedo que todos tendremos a perder nuestro puesto de trabajo y, de esa manera, la competitividad entre nosotros se disparará hasta límites insospechados.

Si a eso sumamos que gran parte de las indemnizaciones correrán a cargo de todos (13 días por año de los 33 que en el mejor de los casos se hayan pactado), las cuentas salen más que redondas para los que critican aireadamente la huelga general de este próximo miércoles.

Puede que las del estado, a la vista de estos datos, no salgan tan bien paradas. Pero que nadie se preocupe, que está todo más que pensado. ¿Y si le ponemos a los bancos, cuyos beneficios siguen creciendo de manera exponencial cada trimestre a pesar de la crisis, una tasa con la que compensar estos nuevos costes? No hombre no, pero que dices. Congelamos los salarios públicos, aumentamos la edad de jubilación y el precio de la luz y el gas. ¿Y si nos falta todavía dinero para pagar los subsidios? Pues echamos mano de la gasolina y del iva de los productos de primera necesidad. Ahhhhhh bueno, yo pensaba que....Tú no pienses hombre, déjanos a nosotros que sabemos muy bien lo que hacemos.

Una de las cosas que más me apenan estos días es ver como los medios de comunicación más afines a la derecha promulgan en portadas consignas en favor del fracaso de las movilizaciones. Yo, que soy de naturaleza desconfiado, he pensado que a lo mejor se están frotando las manos con el hecho de que sea el propio partido socialista (un partido que en su día estuvo más escorado a la izquierda que a la derecha) el que les haga el trabajo sucio de sacar adelante una reforma con un marcado cariz de derechas. Supongo que el hecho de que ni Cospe, ni Mariano, ni Federico, ni JJ hayan criticado con dureza (como solo ellos saben) esta reforma laboral, será porque tienen otras cosas más importantes en las que pensar ¿no?.

Lo mismo nos sorprenden y se manifiestan con nosotros...

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