FLOTILLA

Imagen Rubén Calvo. Texto Manuel Díaz
Imagen Rubén Calvo. Texto Manuel Díaz

Se acercaban sigilosos hacia el lugar del que partió el silencio hace ya unos cuantos años. Llevaban enseres, alimentos, medicinas y solidaridad a raudales para PERSONAS que se despiertan todos los días con la necesidad vital de esos enseres, de esos alimentos, de esas medicinas y de esa voz amiga.

 

Necesitan sentirse acompañados en el padecimiento de las dolencias que nuestra impasibilidad les crea.

 

Nos cuesta creer, desde nuestro adormecido prisma occidental, que las cosas en algunas partes del mundo transcurran de la manera en que lo hacen, que la gente a duras penas sobreviva con lo mínimo porque la ayuda proveniente del exterior es interceptada a cualquier precio. Es la viva imagen del desamparo humanitario, un embargo que asfixia para callar y en el que todo vale. La excusa ante el mundo del embargo existencial a Gaza es evitar que los grupos terroristas cercanos a Hamás puedan conseguir armas con las que amenazar su primacía en la zona.


Fue por eso por lo que el pasado treinta y uno de mayo, el ejército israelí tuvo que interceptar un barco cargado con todo un arsenal de armas de destrucción masiva y asesinar a diez de sus pasajeros de manera más-que-jus-ti-fi-ca-da. Y es que desde el helicóptero que seguía el rastro del buque finalmente asaltado, se podía claramente apreciar como aquellos supuestos pacifistas no sólo no llevaban consigo buenas intenciones, sino que a bordo del Mavi Marmara se encontraba también todo un arsenal de guerra, preparado y listo para ser usado durante el fragor de la batalla. Barras de metal, palos de madera, cuchillos de cocina, peluches (de mirada amenazante), sillas de ruedas, pizarras y tizas, sillas de plástico, también rábanos, pepinos y puerros, una bolsa de canicas y dos tirachinas amarillos (ni una mísera bala). Por si fuera poco, quienes portaban todo este armamento eran, entre otros, aburridos parlamentarios europeos, escritores del tres al cuarto y hasta un premio novel de la paz pidiendo a gritos guerra. ¿Se necesita justificación mayor?.


Pues claro que es necesaria. Basta de ironías. Nadie tiene el derecho de acabar con la vida de nadie desde la desproporción, sin justificación alguna y al amparo del silencio internacional, y si alguien cree estar en posesión de ese derecho, es claro que necesita urgente internamiento. No sólo debemos pedir explicaciones, debemos actuar contundentemente ante la injusticia y el servilismo que parte de la comunidad internacional tiene con el estado de Israel. Yo no aplaudo democracias dictatoriales que se saltan a la torera las reglas del juego. No quiero sentarme a la mesa con aquellos que sin preguntar, disparan y claman a la vez "te mato porque me sale de los cojones hacerlo". Es brutal, enfermizo, nauseabundo, salvaje e irracional.


Levantan muros de hormigón al abrigo de nuestro silencio cómplice tomando como referencia nuestras insalvables y vergonzosas alambradas. ¿De que nos extrañamos?...


Nunca vitorearé ese sinsentido...

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Comentarios: 2
  • #1

    javi (lunes, 21 junio 2010 10:24)

    aplaudo este artículo, y me sumo a tus opiniones,no se a donde vamos a llegar en este mundo irracional y loco que estamos viviendo, la violencia sólo genera violencia.

  • #2

    Laura (martes, 22 junio 2010 23:55)

    Es verdad q fue un acto desproporcionado, pero no hubo silencio internacional, de hecho, tanto la OTAN como la ONU criticaron a Israel, amén de las múltiples críticas nacionales que muchos países realizaron. Por otra parte, se han abierto varias investigaciones nacionales e internacionales... ¿Que quizá no sirvan de nada? Pues tal vez, pero al menos esto SÍ constituye una diferencia con conflictos anteriores. A lo mejor, es el mal que nos trae el cambio... ojalá... y dejen de levantar el muro de la vergüenza.